Cuaresma, Camino a la Pascua

Cuaresma, Camino a la Pascua

En el 2018 celebramos el Año Jubilar de nuestro Beato Carlos Manuel Cecilio Rodríguez Santiago. ¿Qué quiere decir? Que nuestro Beato Carlos Manuel nació en el año 1918. ¿Dónde? En Caguas, la Ciudad del Turabo. Su frase: “vivimos para esa noche, la noche de la Pascua”, se repite con frecuencia. Ahora esa frase tiene más actualidad. El pasado 14 de febrero, Miércoles de Ceniza, iniciamos la Cuaresma que es Camino para la Pascua. La figura y el ejemplo de nuestro Beato es una brújula, o “GPS moderno” para seguir este camino. La vivencia de la fe es necesaria e indispensable para llegar a la Pascua.

“Pascua”, en hebreo significa “paso”. ¿Qué pasa o quién pasa? En la pascua se celebra el “paso” del pueblo de Israel que vivía esclavo en Egipto y Dios lo liberó en esa noche. En esa noche de la “pascua” un angel, enviado por Dios, pasó matando a todos y a cada uno de los primogénitos de los egipcios, tanto humanos como animales. El faraón de Egipto, ante esa matanza de primogénitos liberó a los Israelitas y ellos, en aquella “pascua” alcanzaron la libertad.

Nosotros los cristianos celebramos ese acontecimiento porque en la noche de otra “pascua”, Jesús murió en la cruz y pagó la deuda infinita de nuestros pecados y resucitó para liberarnos de la esclavitud del pecado y darnos la libertad. La noche de la “Pascua” es una noche sagrada, muy importante para nuestra vida cristiana. “Vivimos para esa noche”, como dice nuestro Beato Carlos Manuel para disfrutar de la libertad de los hijos de Dios. Esta libertad se nutre en la celebración litúrgica.

Nos dice el apóstol Santiago: “¿De qué le sirve a uno decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Podrá acaso salvarlo la fe? La fe sin obras es estéril… está muerta. Y yo te mostraré por las obras mi fe”. (Sant. 2, 14.18.20) Las obras, en la vida del Beato Carlos Manuel, reflejan su gran espíritu de fe. Sufre un cáncer que le obliga a llevar una colostomía, sin embargo, así viaja, en carro público, de Caguas a Río Piedras para no faltar a su trabajo. Nunca se queja y siempre, con una sonrisa, atiende a todos en el Círculo Católico. Se adelantó al Concilio Vaticano II y promovía la celebración de la liturgia con una fe inaudita para esa época. Su vida y sus obras estaban llenas de fe auténtica, nutrida por la Palabra de Dios y la fuerza de los sacramentos.

¿Estamos viviendo nuestra fe y haciendo buenas obras…?