Siervas de María de las Antillas

Madre Soledad Sanjurjo

Biografía

Niñez: Corría el año 1871, cuando un joven de 23 años, Don José Sanjurjo González, desembarcaba en San Juan de Puerto Rico, para cumplir allí como telegrafista, su servicio militar. Sus padres Don Juan y Doña Antonia se quedaron en Santiago de Vilela, Provincia de Lugo (Galicia – España) de donde Don José era oriundo.

No tardó el joven soldado en conocer a una virtuosa puertorriqueña, Doña María de la Palma Santos del Toro, hija de Don Ramón y de Doña Carmen, oriundo él de Cádiz (España) y ella de Puerto Rico; con la que contrajo matrimonio en la Parroquia de San Francisco de Asís, el 31 de agosto de 1875, presidiendo el enlace Don Domingo Romeu.

Pronto los hijos alegraron el hogar y despertaron la responsabilidad que requiere su educación en los cristianos padres:

  • El 26 de noviembre de 1876, nace José.
  • El 22 de junio de 1879, nace Luis Paulino.
  • El tercero de los hijos, Rafael Higinio, verá la luz de la vida el 11 de enero de 1881.
  • La primera de las hijas será María de la Asunción Antonia Ramona que nace el 14 de agosto de 1883.
  • De nuevo una hija, el 26 de febrero1888, alegra la familia, se llama Antonia.
  • La tercera de las hijas y haciendo el número seis de los hermanos, será María Consuelo, nuestra protagonista… quien…
  • Se abre a la vida en Arecibo (Puerto Rico) el día 15 de noviembre de 1892, a las 10 de la mañana, en la calle «de la Cruz», 31. Recibe el Bautismo de manos de Don Juan Barceló el 3 de abril de 1893, en la Parroquia San Felipe Apóstol (hoy Catedral de Arecibo), y se le impuso el nombre de María Consuelo. Son sus padrinos Don Ramón García Lago y Consuelo García de García.

La paz que reinaba en el hogar de la Familia Sanjurjo Santos, se vio pronto alterada por una prueba muy dolorosa: Un voraz incendio se declara en Arecibo el 25 de mayo de 1893 y al día siguiente a las doce fallece su padre, Don José Sanjurjo, quien cuenta a la sazón 45 años y en 1901 fallece su madre, Doña María Santos en San Juan.

Existía en Río Piedras -ciudad universitaria- un asilo de niñas huérfanas denominado «La Protectora» y regido en sus comienzos por las Siervas de María. Allí fue internada Consuelo, pasando en este recinto su niñez y adolescencia. La institución tenía su escuela de estudios elementales, donde recibían las niñas sólida instrucción religiosa, enseñanza de labores y cultura general, a la vez que adquirían normas de buenas costumbres y esmerada educación.

Años de formación: El roce de María Consuelo con las Siervas de María y su alma abierta a todo lo espiritual, hicieron que pronto brotara en ella la vocación religiosa siendo admitida como postulante en la Comunidad de las Siervas de María de Río Piedras, Puerto Rico, que tan ligada estaba a su vida, el 4 de agosto de 1909. Al no contar con un Noviciado en Las Antillas, María Consuelo fue enviada al Noviciado de la Casa Madre en Madrid, y el 31 de mayo de 1911 viste el hábito religioso de las Siervas de María. En este día María Consuelo cambia su nombre por el de María Soledad, con el que será conocida como religiosa. Dos años más tarde, 1 de junio de 1913, emite su profesión temporal.

Según su ficha personal el 17 de diciembre de 1913, es destinada a Manzanillo (Cuba) donde permanecerá hasta el 11 de julio de 1919, que parte para Santiago de Cuba al período de Tercera Probación. Debía gozar de la estima de sus Hermanas en formación, pues a ella le confían dirigir una carta a la Madre General, agradeciéndole este tiempo de reflexión y profundización.

Emite sus Votos Perpetuos en Santiago de Cuba el 30 de abril de 1921. Así da cuenta a la Madre General de lo que ha constituido para ella su consagración definitiva a Cristo: «…quiero demostrarle mi gratitud por haberse dignado V.R. concederme su permiso para hacer mi profesión de votos perpetuos, por medio de la cual me uno a Dios Nuestro Señor para siempre…»

“Siempre, amada Madre, he estado muy contenta en la Congregación, pero desde que hice mis votos perpetuos, siento una alegría muy grande y muchos deseos de servir a Dios nuestro Señor del modo que Él quiera”.

Como Hermana de votos perpetuos se dedica con entrega y entusiasmo a las tareas de la comunidad. Su amor al ministerio con los enfermos es sobresaliente en ella y no escatima sacrificios para ayudarlos tanto física como espiritualmente. Además pone todas sus dotes en servicio a la comunidad y desde muy joven le encomiendan oficios de responsabilidad como secretaria, consejera y ecónoma. En 1939 es nombrada Superiora por primera vez en la casa de Matanzas, cargo que ejerció en otras dos comunidades: Manzanillo, Cuba y San Juan, Puerto Rico.

Cuantos la tratan admiran sus dotes de gobierno, su prudencia y clara inteligencia, acompañado todo esto con una gran sencillez personal y humildad a toda prueba. Las Superioras mayores del Instituto la creen apta y el 20 de julio de 1950 es nombrada Superiora Provincial de Las Antillas.